🟠 Mi primer atropello animal

Enfoque personal #105

Mi pantalla de inicio 📱

Siempre es un buen momento para repasar y compartir la pantalla de inicio de tu teléfono. Preparar este tipo de contenidos te enseña mucho acerca de cómo usas el equipo y además poner un marcador en tu historia que siempre resulta curioso revisar a posteriori. Es una pena que Substack no permita muchas fantasías a la hora de insertar imágenes, así que te tienes que comer mi captura de pantalla casi a tamaño real.

Describo la captura en el texto que viene a continuación.

Empiezo la pantalla con dos widgets cuadrados pequeños. El de la izquierda es de Fantastical, mostrándome los eventos de hoy (cumple de mi suegra y su hermano mellizo y partido del Real Murcia). El de la derecha es el de Fotos, que me encanta y siempre me trae buenos recuerdos.

La primera fila de aplicaciones viene con Fotos, YouTube, Instagram y TikTok, puro entretenimiento sin complejos. Seguimos con otra fila de redes sociales y comunicación, con WhatsApp, Telegram, X y Ivory (una app para Mastodon). La siguiente fila es la productiva, con Fantastical, Notas, OmniFocus 4 beta y DEVONthink 3. Y finalizamos con una fila que lleva de todo un poco: Daylio (para control de hábitos y registro de estado de ánimo), Apple Podcasts, Apple Music Classical y Discord. En el dock tengo Teléfono, Mensajes, Safari y Spark (correo electrónico).

A lo mejor piensas que podría ahorrarme los iconos de Fantastical y Fotos y acceder a estas apps mediante sus widgets. El widget de Fantastical te lleva a la app pero justo al elemento donde hagas hecho tap; sólo te lleva a la app en sí si atinas a pulsar donde pone Hoy, pero prefiero tener el icono porque una presión larga sobre él me permite acceder a un menú de opciones rápidas donde está “Nuevo Evento”, una funcionalidad a la que recurro casi a diario. Algo parecido pasa con el widget de Fotos, y es que si le haces tap te lleva a la foto que te está mostrando; por otro lado, una presión larga sobre el icono de la app me lleva a cuatro acciones rápidas que uso muchísimo: foto más reciente, favoritos, fotos de hace justo un año y buscar.

La vuelta a la oficina 🖇

El pasado jueves fue mi primer día de trabajo en la creación de contenidos y el viernes lo fue en la oficina. De forma absolutamente maquiavélica pero necesaria, tenía planeado este 1 de septiembre desde el pasado mes de julio. Cuando cerré todo para irme de vacaciones, me aseguré de dejar en el calendario algunas tareas clave para este 1 de septiembre, porque cuando trabajas por cuenta ajena y en un trabajo administrativo, hay muchas tentaciones que acechan ese primer día (máxime cuando es ya viernes), como dedicarlo a una toma de contacto que acaba siendo estéril, o hacer ronda por los pasillos para comentar las vacaciones y las últimas horas del mercado de fichajes.

En mi calendario tenía para este día tres tareas; una que debe hacerse el día 1 de cada mes, otra relativa al vencimiento de un pago y una tercera suficientemente compleja como para tenerme ocupado la mayor parte de la jornada. Aun con todo ello, todavía saqué tiempo para leer y archivar varios de los emails recibidos en mi ausencia, así como para leer en diagonal los demás y asegurarme de que nada requería mi atención inmediata, dejando para el próximo lunes un procesado ortodoxo de toda la bandeja de entrada.

Esa tercera tarea que tenía programada y que ejecuté no era una tarea especialmente importante ni vital, tampoco era necesario que fuera la primera cosa que hiciera a la vuelta de vacaciones, pero es una tarea “pegajosa” y que debía ser hecha en algún momento. Haberla liquidado el primer día de trabajo me refuerza moralmente de cara a la semana que viene, el verdadero comienzo del curso laboral. Cuando me siente en la mesa el lunes, tendré la sensación de estar completamente en marcha y preparado para el triple impacto: jefe, clientes y compañeros que no se incorporaron el viernes 😱

Mi primer atropello animal 🐦

El pasado martes fuimos a mi pueblo para celebrar con mi padre el cumpleaños de Miguelito (que cumplía 5 años el miércoles). Discurriendo por la autovía, a escasos 10 minutos de mi destino, y lejos de cualquier núcleo urbano, vi posarse sobre el firme una grácil paloma. Con su característico flow se movió un poco por el carril y pronto se me hizo evidente que la amenazadora y ruidosa cercanía de mi coche familiar diesel no parecía ser suficiente para que el citado animal levantara el vuelo.

Una paloma en plenitud de facultades

Ante la inmediatez e inevitabilidad del impacto, me dispuse a colisionar con la paloma. Mi profesor de autoescuela me indicó que ante un impacto cierto con un animal en carretera no debemos tratar de esquivarlo, para no perder el control sobre el coche; asimismo, si es un animal de cierto tamaño debemos tratar de golpearlo con el centro del frontal del coche, para evitar que un impacto lateral bascule el vehículo a gran velocidad y lo haga salir de la carretera.

Un sonido seco me indicó que la colisión se había producido, notando también mis manos sobre el volante el eco del impacto. Cuando pude mirar los retrovisores no aprecié restos del animal, pero dado que tenía un coche cerca es posible que éste rematara la faena o que el impacto hubiera sido leve para el animal, permitiéndole levantar finalmente el vuelo.

A eso de las 2 de la tarde llegamos al pueblo, comimos, soplamos velas, nos hicimos fotos y pasamos la siesta. Cuando llegó la hora de marcharnos y subir al coche, comprobé con espanto que la paloma estaba encajada en la rejilla del frontal del coche; en concreto su cabeza estaba encajada ahí y el resto del cuerpo, íntegro, quedaba colgando de la misma, en una escena cómica si no fuera porque no lo era. Aparté a Rocío y a mi hija Isabel del coche, dándoles instrucciones para evitar que Miguelito contemplara la dantesca escena (Emilio ya estaba dentro del coche). Pedí a mi mujer que me acercara un palo y arranqué el coche, con Emilio dentro, con la excusa de dar una vuelta con el aire acondicionado encendido y así bajar un poquito los 40º que marcaba el termómetro interno antes de subir al resto de la familia.

En un momento dado de ese paseo paré el coche contándole a Emilio una excusa y me dispuse a, usando el palo, sacar a la paloma de su trágico destino. No voy a describirte minuciosamente el proceso ni las sensaciones que me transmitía el palo, pero esta operación entra fácilmente en el top 5 de las cosas más desagradables que he tenido que hacer en mi vida.

Libre del cadáver, volví donde el resto de la familia indicando con un gesto cómplice que había logrado mi objetivo. Nos subimos al coche y no volvimos a hablar del tema.

Como no quiero herir sensibilidades, acompaña a esta sección una foto de una paloma cualquiera en el apogeo de su vida. Si quieres ver a la paloma incrustada en la rejilla, haz clic aquí.

Visto a posteriori el resultado del atropello, sólo puedo pensar en cómo fue mi entrada triunfal en el pueblo, a eso de las 2 de la tarde, conduciendo por sus calles majestuosamente a 20 km por hora mientras llevaba una paloma muerta colgando de la rejilla del frontal del coche. Cuando llegamos, paramos un momento a saludar a unos familiares por la calle y la persona que iba con ellos nos miraba raro todo el rato. Ahora ya sé por qué.

Y ya está.

Este verano me han pasado cosas que fácilmente entrarían en esta newsletter pero no me ha apetecido en ningún momento sentarme en el ordenador a hacer nada, así que he seguido mis instintos. Tenemos meses por delante para ponernos al día. ¡Hasta la semana que viene!