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🟠 En el que no hay parte personal
Enfoque Personal #114
Un monitor… aunque no quiera 🤨
Hace un par de semanas culminé el traspaso a mi hija Isabel del MacBook Air de mi mujer. Lo hemos actualizado a macOS Sonoma e incluso he podido pasar un rato con ella ilustrándola sobre algunos rudimentos del macOS. Isabel lleva usando un Mac ya un par de años pero realmente ha profundizado muy poco en el manejo de un sistema operativo de escritorio. Su vida discurre entre las distintas aulas online de las asignaturas del instituto y la aplicación Canva como soporte para hacer presentaciones. Apenas sí ha tenido que descargar alguna imagen en su equipo para luego cargarla a Canva, no ha tenido una necesidad real de manejar archivos y por tanto familiarizarse con el paradigma de un explorador de archivos, carpetas y todo eso.
Le mostré cómo puedes arrastrar un archivo sobre el icono de una app y que dicho archivo se abra en esa app, algo muy útil para el común de los mortales pero estéril para ella ya que, como digo, no maneja archivos en local.
Sí mostró mucho interés en la configuración de escritorios (y sus fondos y salvapantallas 😅) y en la posibilidad de determinar que algunas aplicaciones se abran directamente en un determinado escritorio. También le expliqué cómo navegar entre escritorios con un gesto en el trackpad y le desactivé una función en ajustes que facilita mucho el manejo de los escritorios. Si desactivas Reordenar Spaces automáticamente en función del uso más reciente tus escritorios se quedan siempre en el orden en que los has creado y te resulta mucho más fácil saber dónde estás y dónde vas a acabar si cambias al escritorio de la derecha o de la izquierda.
Mi lucha con Isabel sigue siendo montarle un setup como el que tenía, esto es, que pueda usar su MacBook Air conectado al monitor de 24’ que tiene en su mesa y con su teclado y ratón. No quiere, claro; ahora mismo está flipada con tener un portátil y abrirlo y cerrarlo y que todo esté ahí tan precioso, y la pantalla retina y todo eso. Y yo la entiendo, pero le he dicho que cuando se le pase el alucine, agradecerá cambiar de la pantalla de 13’ a la de 24’. Ella dice que no, pero yo sé que sí 🤔
La gente sin calendario… esa gente 😠
Esta semana ha vuelto a pasar. En un grupo de WhatsApp se avisa de que tal día de la semana que viene los nenes tienen que ir al colegio vestidos de tal forma. Otra persona pide que alguien se ofrezca voluntario para volver a avisar el día antes “por si se le olvida”. ¿Cómo es posible que un adulto necesite la ayuda de terceros para tal recordatorio?
Estamos en 2023 y sigo sin entender cómo hay personas que no están usando la aplicación de calendario de su teléfono. Si es tu caso y ya te estás empezando a sentir molesto con mis palabras, lo siento mucho, pero ponte cómodo porque esto acaba de empezar ⚔️
El uso de un calendario para organizar la vida personal y profesional es tan básico que incluso el sistema educativo lo entiende, y dota a cada niño de primaria de una agenda escolar donde ir apuntando los deberes y las fechas de examen. Desgraciadamente hacen poco más hincapié en el tema, así que los zagales salen de primaria todavía sin terminar de asumir ese hábito.
Otro día hablo de los hijos, que hoy quiero apuntar a los adultos, esos adultos que no están usando un calendario. No entiendo cómo organizan su vida, y eso que la respuesta es bien fácil: no la organizan. “Es que yo no tengo nada que apuntar en un calendario”. Mentira podrida. Vamos a empezar por lo más sencillo: la comida del próximo domingo con tu hermana, el cumpleañito de Pepe (compañero del cole de tu hijo pequeño), el partido de fútbol que sí o sí quieres ver (en la TV o en el campo), la cita en la peluquería, el cine con los amigos de la semana que viene… Si empiezas por eso, si empiezas generando ese hábito de apuntarlo todo en el calendario por los eventos más “obvios”, esos que no se te van a olvidar, pronto estarás apuntando también otro tipo de eventos más propensos a perderse en las nubes de tu memoria. Si consigues hacer todo esto, habrás ganado una partida muy importante en una de las principales batallas que un adulto funcional debe librar: la anticipación. Si planificas tu vida y te anticipas, vas a poder hacer muchas más cosas, como por ejemplo fijar HOY una comida con tus compañeros de la universidad para dentro de dos meses. Porque cuando no te anticipas siempre tienes que organizar las cosas en las fechas próximas que, por regla general, están ya ocupadas por otras cosas que se han anticipado a ti.
Cuando comento esto con amigos del mundo real siempre me suelen decir que “no todo el mundo es tan organizado como vosotros” (refiriéndose a mí y a mi mujer). Y lo entiendo, y es verdad. Rocío y yo tenemos cada uno un calendario personal y otro por cada uno de nuestros trabajos (oficina, podcasting, abogacía, universidad). También hay un calendario por cada uno de los niños y un calendario familiar. Y todo eso compartido. Los calendarios de los niños son de SUS cuentas de iCloud y los pueden consultar en sus dispositivos. Emilio no escribe nada todavía (10 años) pero Isabel (13 años) ya está escribiendo cosas en su calendario y el otro día le ayudé a crear uno privado donde poner eventos que su madre y yo no necesitemos conocer. En el calendario de mis hijos están sus extraescolares, sus citas médicas y sus eventos sociales (cumpleaños y esas cosas). ¿Tú crees que a mí se me va a olvidar que el martes los tres tienen extraescolares y las horas de entrega y recogida de cada uno? ¡No! Pero lo tengo todo puesto en el calendario y eso me permite, si lo necesito, hacer equilibrios para acompañar a mi padre un martes al médico, porque sé perfectamente qué coberturas necesito por parte de otros y a qué horas. Lo tengo delante, no tengo que ordeñar mi memoria para aclararme. Te parecerá una tontería pero la energía que consumes cuando tienes que tirar de memoria para todo es tremenda.
No le estoy pidiendo a los demás que sean quirúrgicamente precisos en la programación de sus vidas, porque quizá no han tenido la misma suerte que yo de tener una pareja 100% concienciada con el tema o a lo mejor no tienen unas vidas tan complejas como las nuestras. Pero qué mínimo, QUÉ MÍNIMO, que tener un calendario personal donde ir anotando todos tus compromisos.
Y esto no es una cuestión de digitalización. La tecnología no entró en la vida personal de mi suegro hasta pasada su jubilación, pero en la cocina de su casa siempre hubo (y hay) un calendario de pared, grande, donde estaban anotados todos los grandes eventos personales y profesionales de la familia, incluso los conciertos de Rocío con el coro o los exámenes de sus otros hijos, fechas que hoy en día han dado paso a poner cuándo le llevamos los nietos a dormir 😊
Anotar los eventos que tienes por delante tiene el mismo efecto en ti que anotar cualquier otra cosa. Una vez anotado ya no tiene que ocupar espacio en tu cabeza y puedes dedicar el precioso poder de tu mente a pensar en otras cosas más útiles, como por ejemplo, qué demonios voy a hacer de cenar esta noche 🤔
Y ya está.
Hoy no hay parte personal en esta newsletter, al igual que en otras ocasiones no hay parte tecnológica o parte de productividad. Se que, en general, no os hará gracia, porque es la parte más valorada, pero es que me he desfondado con el tema del calendario 😤 y no me sale forzarme a escribir cosas al azar sobre mi vida, como cuando un ternero nos persiguió a mí y a mi tía Lola en la vaquería de la señora Berna en Argés (Toledo). Si quieres conocer esa historia, escribe en los comentarios para contarme tu esquema de calendarios o para confesar que no usas pero tienes voluntad de enmienda. ¡Hasta la semana que viene!