🟠 Elegante informal

Enfoque Personal #98

Hackeando la TV del hotel 😈

El viernes pasado fue el Día de la Región de Murcia y por ello los murcianos nos hemos lanzado al mundo durante estos días y has visto murcianos en sitios donde no los sueles ver. Mi mujer y yo hicimos una escapada de 30 horas 😅 a un paradisiaco hotel al que llevamos, como siempre, nuestro Apple TV, para así garantizarnos ocio si se daba la ocasión. Tuvimos suerte porque el horrible software de la TV corría sobre un set-top-box Android, al que le cogimos prestado el cable HDMI y de red para ponérselo a nuestro Apple TV. No soy de mucho salir, pero lo hago lo suficiente como para poder sorprenderme del increíble esfuerzo que hacen los hoteles por tratar de bloquearte el acceso a la TV de la habitación y así, impedir que puedas acceder a otra cosa que no sea la muy lamentable oferta que de por sí esa TV te ofrece, que suele limitarse a los canales de TV convencionales, una inverosímil selección de canales internacionales y una ausencia TOTAL de aplicaciones de vídeo bajo demanda (Netflix & Co) en las que introducir tus propias credenciales. Estos servicios llevan suficiente tiempo en nuestras vidas como para que los hoteles, punteros en otras muchas tecnologías, se hayan actualizado al respecto. A lo mejor es que yo soy un ansioso y los hoteles unos visionarios, y no querían actualizarse a tecnologías en vías de extinción y, cuando llegue a mi hotel en el verano de 2024, no me encontraré una TV con Netflix sino directamente un par de Apple Vision Pro 🤓. Para rematar la semana, el viernes tuve un debate en Weekly sobre el último producto de Apple, donde entre todos los que estábamos allí nos repartimos los papeles que hay que interpretar en estos días: entusiasta radical, entusiasta moderado, pesimista moderado, pesimista radical y anciano ludita. Escucha el último capítulo de Weekly para averiguar quién desempeñó cada papel 😉

A medio camino 😓

En su libro ARC, Sergio Pantiga recomienda bloquear bastante tiempo en el calendario a la hora de migrar nuestro sistema actual al Centro de Control de ARC. Explica con muchos argumentos y ejemplos por qué esa migración debe hacerse de una tacada, por largo que pueda ser el proceso y por tiempo que nos pueda arrebatar del trabajo efectivo o la familia.

No le he hecho caso 😬

En estos momentos tengo mi sistema a medio migrar entre GTD y ARC y debo decir que no se lo recomiendo a nadie. Estoy en un punto suficientemente avanzado para que mi sistema sea confiable, así que el “peligro” ya ha pasado. Básicamente me queda trasladar los resultados a su lista, ver qué hago con algunas tareas de dichos resultados no disponibles para hacer ahora y terminar de entender la diferencia entre tener una lista en el apartado Reflexión o tenerla en el Archivo. Son días de trabajo y re-lectura de muchos párrafos del libro y debo decir que, pese al evidente error en mi proceder, estoy disfrutando mucho. Creo que no haber seguido este más que evidentemente útil consejo de Sergio me está llevando a conocer más en profundidad ARC. Cuando termine de tenerlo todo precioso, haré un especial en Weekly sobre cómo montar un Centro de Control de ARC en OmniFocus y, unas semanas más tarde, entrevistaré a Sergio para que me señale públicamente todos mis errores 😅

Elegante informal 🏨

El paradisiaco hotel donde hemos estado Rocío y yo es uno de esos establecimientos que trata de ofrecerte una gama completa de actividades (salvo TV) para que el hotel no sea sólo la residencia sino el destino en sí de tu periplo vacacional. Tiene una zona con piscinas, jacuzzi y diversas tumbonas, rodeada de frondosa vegetación y junto a un restaurante que sirve champan como quien ofrece agua del grifo. Dispone también de un SPA y de un gimnasio 24 horas que no fuimos capaces de encontrar. El restaurante piscinero se encarga de servir las comidas, con una carta y un chef proporcionales a las 5 estrellas del establecimiento; el desayuno y la cena (que van incluidos en la media pensión que ofrece el hotel) se confieren a un buffet libre.

El hotel te entrega un documento a tu llegada donde aparecen todos los servicios disponibles, sus horarios y el teléfono de reserva. En dicho documento se especifica que el dress code para los restaurantes es “elegante informal”. Mi mujer y yo otra cosa no pero somos elegantes hasta el delirio, especialmente ella, que dignifica con su presencia las estancias donde pone el pie 😍. Por ello no estábamos muy preocupados por el dress code, porque sabemos que lo cumplimos de sobra. Lo mismo pensaban, quizá por otros motivos, un grupo de jóvenes británicas que estaban en el hotel para celebrar el inminente matrimonio de una de ellas. En su cultura, “elegante informal” debe ser ir en bikini, con un vestido de redecilla encima, chanclas de dedo y una corona de flores de plástico. Acompañaban a este saber vestir un comportamiento en la barra del buffet digno de mención, cogiendo frutos secos de un bol con sus propias manos para llevárselos a la boca allí mismo de forma inmediata, o picoteando con los dedos los dados de queso feta de una fuente de ensalada. Hablaban entre ellas a un volumen que podríamos considerar normal en un pub de New Gloukenshire durante la final de la FA Cup. Y no podía faltar la referencia religiosa, dado que pasaban sobre las secciones del buffet como una plaga de langostas sólo equiparable a las que asolaron Egipto por orden de Moisés.

Admiro muchas cosas del Reino Unido, más allá de tener un instinto irracional de disponer nuestra flota y navegar hasta el canal de la Mancha para presentarles batalla. Me encanta la calidad y pasión de su fútbol y cómo han mantenido tradiciones centenarias en todos los niveles de su sociedad que hablan no sólo de la permanencia de su estilo de vida sino también del de todo Occidente. Disfruto mucho de la profundidad de su arte, sobre todo en lo tocante a Música Antigua, con unos Tallis y Byrd que pueden sentarse sin problemas en la mesa de nuestros Victoria, Morales y Guerrero. Y a nivel contemporáneo poca queja, dado que británicos son muchos de los grupos y músicos que se estudiarán todavía dentro de 100 años, y su pléyade de cineastas es enormemente disfrutable.

Sin embargo, creo que muchas de estas cosas que admiro y admiramos del Reino Unido son fruto de un gran impulso que viene de décadas atrás y del cual ahora estamos contemplando un simple efecto de inercia. Lo que vemos de su sociedad civil, de los Tommys y Jennifers de la vida, nos indica que esa antigua gloria podría desaparecer de la noche a la mañana como si nunca hubiera existido, máxime cuando su propia clase política, siempre almidonada hasta el tuétano, está empezando a ser permeable a esos caracteres y comportamientos que no llamaremos convencionales sino directamente vulgares y deleznables.

Pensarás que no debería juzgar a toda una sociedad por media docena de zagalas, pero creo que hay suficientes indices sociales sobre la juventud británica que demuestran que no me equivoco (embarazos adolescentes, alcoholismo, fracaso escolar…) y para temer que nuestra propia sociedad pudiera estar ya en los mismos raíles, gracias al destrozo que ha sufrido la educación pública, el único motor que te asegura el progreso de un país a largo plazo. No recuerdo que político europeo dijo una frase que siempre recuerdo en estos casos: «Invertir en educación es costoso, pero el precio a largo plazo de no hacerlo es todavía más gravoso» 😔

Y ya está.

Como hemos tenido un fin de semana ajetreado, escribo esta newsletter mientras desayuno. Quizá eso te ha privado a ti de leerla en ese momento, algo que lamento y que te aseguro volverá a suceder la próxima vez que me vaya de escapada con Rocío 🥰